La pluriconfesionalidad en Ámsterdam: ejemplo del caso judío


Alrededor del 1600 los primeros grupos de judíos se asentaron en lo que son hoy Los Países Bajos. La ciudad de Ámsterdam era especialmente atractiva para ellos. A diferencia de otros lugares de Europa, como España, donde estaban perseguidos por instituciones como la Inquisición, o algunos países de Europa central y oriental, donde vivían situaciones de fuerte discriminación, en Ámsterdam vieron a partir de la Unión de Utrecht (1579), una oportunidad para vivir libremente.

En Ámstedam la elite Sefardi, fue especialmente bienvenida, en parte debido a los buenos contactos comerciales que aportaba. Asimismo, fue muy importante la comunidad judía provinente de Portugal que construyó importantes sinagogas, hoy visitables en distintas ciudades el país.

Museo de la historia judía en Amsterdam
El gobierno de la provincia de Holanda, preocupado por la llegada de comunidades judías invitó a dos estudiantes cristianos para diseñar un plan para la regulación de los inmigrantes judíos. El texto de uno de ellos, Hugo Groot, contempla algunas declaraciones especialmente importantes para el fomento de las políticas de la tolerancia en el territorio de Los Países Bajos. Declaró que los judíos debían ser admitidos no por razones económicas, sino por "amor a Dios"'. Propuso garantizar la libertad de los judíos para asentarse, practicar su religión, comerciar y hacer negocios. No obstante en 1616 se decretó que ningún judío podía convertir a otros ciudadanos a su religión y tampoco mantener relaciones sexuales con cristianos, tampoco, la aceptación a nivel factual de los judíos no fue siempre fácil. Muchos hombres de negocios y profesionales excluían de entrada a los judíos de sus actividades.

La comunidad judía portuguesa consiguió, sin embargo, unas cuotas de independencia nunca vista en otras regiones. Fueron permitidas instituciones propias que se encargaban de asistir a los pobres y enfermos de su comunidad, tuvo un sistema funerario propio y también su propia educación. Establecieron en Ouderkerk un cementerio y dos años más tarde la escuela Talmud Torah para chicos y un sistema de asistencia para las dotes de chicas jóvenes judías de procedencia portuguesa y española que quisieran salir de sus países para asentarse en Ámsterdam. Es decir, las distintas religiones convivían y se respetaban al menos aparentemente pero no se mezclaban ni existía lo que se llama actualmente la integración.

De esta forma y tal como hemos mencionado anteriormente, a pesar que la comunidad judía gozaba en Ámsterdam de una convivencia más o menos placida y unas cuotas de libertad y autogobierno impensables en otros países colindantes, durante buena parte del siglo XVII no eran aceptados en los gremios de las ciudades de las tierras bajas.

Ello provocó que la mayor parte de los judíos se dedicaran al comercio internacional, sentando las bases de una sólida tradición de comerciantes. Cabe recordar que Ámsterdam por aquel entonces era el mayor puerto comercial de Europa. Algunos judíos sefardíes fueron importantes inversores en compañías tan importantes como Vereenigde Oost-Indische Compagnie (Compania de las Indias Orientales) , con las que ganaron grandes fortunas. Más tarde una crisis de excedente durante el siglo XVIII, afectó gravemente a la economía de la comunidad Sefardí de Ámsterdam.

A nivel cultural, la revolución de la ilustración también afectó a la vida pública de las comunidades judías de las tierras bajas. Ideas de filósofos como Moses Mendelsshon que pugnaba por la reforma de la educación judía y el uso del lenguaje nacional, en vez del Yiddish, fueron apoyadas por muchas familias bienestantes que vivían en los territorios neerlandeses. El desconocimiento del idioma nacional condenaba a muchos judíos a por ejemplo, no poder participar de las mismas oportunidades profesionales que sus conciudadanos. No obstante, algunos líderes religiosos y rabinos se opusieron fuertemente a las reformas ilustradas por miedo a perder sus privilegios.

Hay que tener en cuenta que las condiciones de la comunidad judía no eran las más deseables a principios del siglo XIX. El 62% de los sefardíes y el 53% de los judíos Azkenhazi, hacían uso de las instituciones de caridad. Las restricciones laborales que se imponían a los judíos hicieron que muchos de ellos se orientaran al trabajo mercantil, a la joyería y el pulido de diamantes, la impresión de libros, la venta de lotería y el servicio doméstico.

A principios del siglo XX unos 60.000 judíos vivían en la ciudad de Ámsterdam, alrededor de Waterlooplein, Jodenbreestraat y Weesperstraat.

Las familias más adineradas se fueron trasladando a los barrios del sur y eran las que más se integraban en la vida pública de la ciudad. Llegaron a ocupar puestos en el gobierno de la ciudad, sin embargo, las barreras entre judíos y cristianos, eran aún importantes. Los matrimonios mixtos eran extraños y los judíos nunca pudieron entrar en clubes selectos de las élites de la ciudad como, por ejemplo, el Groote Club.

Ámsterdam concentraba las dos terceras partes de judíos del país. En Rotterdam y la Haya, se concentraban otras comunidades judías pero que rondaban cada una los 10.000 miembros, también pequeños grupos de familias vivían en algunos pueblos de zonas rurales. En las provincias, la mayoría se dedicaban al pequeño comercio, la venta ambulante, y el comercio de ganado.


El siglo XX uno de los períodos más controvertidos de la historia judía de los Países Bajos. Las primeras décadas estuvieron marcadas por una mejora general de las condiciones de vida de las clases populares. Sin embargo la llegada de la Segunda Guerra Mundial cambió totalmente el panorama del provenir de los judíos neerlandeses.


El 10 de mayo de 1940 las tropas alemanas entraron en Los Países Bajos y en breve iniciaron las medidas antisemitas y las persecuciones a los judíos. El antiguo barrio judío de Ámsterdam, ubicado alrededor de Waterlooplein fue abandonado por la mayoría de sus habitantes que huyeron hacía zonas donde fuese más difícil distinguirlos.


El gobierno de los Países Bajos, que como ya hemos dicho, era un de los más tolerantes con la comunidad judía, ante el auge del nazismo en Alemania y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, instó a la comunidad judía a construir un campo de refugiados en la provincia de Drenthe para poder acoger a los judíos que huían de Alemania.

Más de 700 judíos se refugiaron en él cuando en 1940 las tropas alemanas invadieron los Países Bajos. En un principio el campo siguió en manos del gobierno neerlandés, pero a principios de 1942, después de la Decisión Final, el campo de refugiados fue tomado por las autoridades nazis y convertido en Judendurchganslager, un campo de concentración, donde los judíos quedaban a la espera de ser deportados a los campos de exterminio de Europa del Este.

Entre 1942 y 1944 cada semana un tren partía de Westerbork hacía Auschwitz o Sobibor, y algunas veces Bergen-Belsen o Theresienstadt. Casi 107.000 judíos, 245 gitanos, y un gran número de resistentes fueron conducidos a la muerte en este tren.

Casi 25.000 judíos se mantuvieron escondidos durante la Segunda Guerra Mundial. Uno de los casos más famosos es el de la familia Frank, que resistió más de dos años escondida en la parte trasera de un piso en la calle de Princesgracht, tal como el Diario de Ana Frank mostró al mundo. De ellos 18.000 sobrevivieron a la guerra, mientras el resto fue descubierto o denunciado a las autoridades alemanas.

Gran parte de estos supervivientes lograron escapar de la muerte gracias a la solidaridad de sus convecinos. En las zonas rurales sobre todo, existieron muchos escondites en las dependencias traseras de las casas de campo, escondites subterráneos, e incluso algunos niños judíos fueron adoptados por familias holandesas que les dieron una nueva identidad y la oportunidad de sobrevivir.

La vuelta a la normalidad después de la guerra no fue fácil, alrededor de 5.200 judíos volvieron de los campos de concentración y quisieron reubicarse en los Países Bajos. Este fue un proceso burocrático costo en el que las autoridades neerlandesas no hicieron excepciones con esta comunidad, argumentando que no había habido discriminación por su parte durante la guerra.



4.450 judíos optaron por la emigración, sobre todo después de la proclamación del estado de Israel. Algunas de las razones fueron las sospechas de traición y las críticas a falta de protección por parte del gobierno de los Países Bajos, al que se acusó de no haber ofrecido ningún tipo de protección a alrededor de 100.000 judíos.

Actualmente en los Países Bajos se estima que viven entre 41,000 y 45,000 judíos de diversas procedencias.