La Religión: el papel del protestantismo y las guerras de religión


Actualmente la mayoría de los holandeses se reconocen no religiosos, sin embargo, la historia religiosa de los Países Bajos, es un rasgo altamente relevante para la configuración de una de las sociedades donde la tolerancia religiosa asienta sus más antiguas raíces.


El cristianismo se introdujo en los territorios de los Países Bajos a partir del siglo VI, cuando la autoridad romana empezaba a desaparecer de la zona bajo las presiones de los grupos francos y sajones. Éstos terminarían por dominar gran parte de los actuales Países Bajos, después de la rendición de los frisones ante las tropas de Carlomagno (785 dC).

La cristianización, sin embargo, fue un proceso lento. En la parte norte los frisones se resistieron a adoptar el cristianismo manteniendo su antigua religión hasta bien entrado el siglo VII, a pesar que bajo el dominio franco, el cristianismo se convirtió en una obligación. El obispo de Utrecht fue el encargado de expandir el cristianismo por la comarca de Frisia.

El sistema feudal que se fue estableciendo durante los siglos posteriores, protagonizados por el dominio germánico, alentó el establecimiento de la iglesia cristiana católica por los territorios de los Países Bajos. El Imperio Germánico (925 dC- 1648 dC) repartió los cargos políticos de los territorios de los Países Bajos, entre nobles y altos cargos seculares, a pesar que en esta zona los siervos mantuvieron unas cuotas de independencia mucho mayores que en otras zonas de Europa. Ante las demandas de independencia que en éste período protagonizaron los príncipes soberanos de los condados, el Imperio Germano, inició una estrategia de fidelización de territorios, a través de la investidura unilateral de cargos seculares con poder político. Esto provocó una lucha de investiduras con el Papado.

Durante éste período las ciudades de la zona de los Países Bajos crecieron exponencialmente, aumentando la administración local autónoma y la actividad económica centrada en el comercio y la industria. En el siglo XIII Amberes se convierte en la principal ciudad portuaria con una floreciente actividad que empieza a alcanzar también el campo artístico. Es el tiempo de pintores como Jan Van Eyeck.

La invención de la imprenta en 1440 a manos de Johanne Gutenberg, fue otro de los grandes acontecimientos del periodo. Este invento revolucionó el tradicionalmente restringido acceso a la cultura y abrió nuevos canales de difusión, muy bien empleados por los nuevos ideales religiosos que transmutarían las creencias de los habitantes de las tierras bajas. Durante el siglo siguiente a la invención de la imprenta un tercio de los habitantes de los Países Bajos sabia leer y escribir.

En 1464 se celebra la primera reunión de Estados Generales, una asamblea de representantes de los tres estados (nobleza, clero y burguesía) de las siete provincias holandesas, convocada por los duques borgoñones cuando necesitaban recaudar fondos, dando lugar a un primer esbozo de lo que son hoy los Países Bajos. Actualmente éste es el nombre con el que se designa el Parlamento Neerlandés.


No obstante, fue bajo el dominio español de Carlos V, cuando los procesos religiosos se precipitaron dando lugar a una nueva forma de relación entre el poder civil y secular, el ámbito privado y público y las distintas religiones. Los Países Bajos fueron uno de los escenarios más importantes de la Reforma religiosa del s.XVI y también desafortunadamente, el de una de las guerras de religión más largas de la historia europea.

Voces contestatarias como las de Erasmo de Rotterdam (1466-1639) habían empezado a soplar en el norte de Europa, criticando la rigidez y el autoritarismo de la iglesia católica. Fue en ese contexto cuando en 1517 Martin Lutero cuelga en la puerta de una iglesia de Wittenberg (Alemania) sus 95 tesis en contra de la iglesia católica y su negocio con las indulgencias, inspirando el movimiento del protestantismo cristiano. Sus ideas fueron seguidas por otros personajes del momento. En Francia uno de sus seguidores y padre de una de las más importantes ramas del protestantismo, fue John Calvin, quien con su doctrina de la predestinación consiguió un amplio grueso de seguidores en la zona de los Países Bajos.

La creciente presencia de seguidores de Lutero y otras ramas del protestantismo que se negaban a seguir estando bajo el yugo de la iglesia católica en el Sacro Imperio Romano Germano, obligó al gobierno de Carlos V a tomar medidas para evitar una revuelta. Una de ellas fue la conocida como Paz de Augsburgo (1555). Este tratado firmado ante los príncipes protestantes agrupados en la Liga Esmalcalda permitía que cada príncipe eligiera la religión que debía ser oficial en su territorio. Bajo la expresión cuius regio, eius religio, este tratado puso un primer parche a un problema que estaba lejos de resolverse.

En el caso de los Países Bajos, las aspiraciones protestantes no se vieron reflejadas en este tratado, y siguieron siendo principados de religión católica. Esta situación junto con el desplazamiento del Consejo de Estado, cuyos miembros en su gran parte eran príncipes protestantes, a favor de los consejeros españoles, hizo que en 1565 nobles y eclesiásticos calvinistas comenzaran a concretar acciones contra la represión religiosa y política en que se sentían inmersos.

Cartas desestimadas suplicando la libertad total de culto, junto con subidas en el precio del cereal, provocaron una escalada en la tensión en los principados de los Países Bajos. Comenzó una oleada de violencia con la llamada destrucción de las imágenes por parte de grupos calvinistas que saquearon y destruyeron centenares de iglesias católicas. La respuesta no se hizo esperar y en 1567 se iniciaron los primeros enfrentamientos armados entre las tropas de la regente Margarita y las tropas calvinistas que desbocarían en la Guerra de los Ochenta años. El duque de Alba fue el representante español elegido para encabezar la regencia española durante esta época, mientras que Guillermo de Orange fue uno de los cabecillas de la sublevación por la libertad de culto, a pesar que era también católico.

Hay que apuntar que no fueron ochenta años de guerra ininterrumpida sino hubo cúspides de violencia, varias derrotas y alianzas. No fue hasta abril de 1572 que los rebeldes consiguieron algún triunfo importante. Los sublevados aliados con los hugonotes franceses entraron por mar y prendieron la ciudad de Brielle, mientras que en las provincias de Holanda y Zelanda comenzaba la sublevación popular, que finalmente concluyó con la elección de Guillermo de Orange como estatúder. De esta forma quedaron 7 provincias en el norte libres de la autoridad española, las cuales firmaron la Unión de Utrecht, en contraposición a las provincias meridionales que siguieron bajo el gobierno español, aliadas bajo la Unión de Arrás.



De la unión de Utrecht y ante la negativa de Francia e Inglaterra de asumir la soberanía de los territorios rebeldes, surgió en 1855 la Republica de las Provincias Unidas, formada por siete provincias soberanas: Holanda, Zelanda, Utrecht, Frisia, Groninga, Overijssel y Güeldres, de las cuales Holanda era la más poderosa.

Pocos años después esta república se convertía en una de las más influyentes de Europa. En la historia de los Países Bajos al siglo XVII se le conoce por el nombre de "Siglo de Oro". Fue un periodo en el que la República de la Provincias Unidas experimentó un desarrollo económico y cultural fuera de lo común.

En el ámbito religioso la Republica era oficialmente calvinista, sin embargo seguía existiendo la iglesia católica y otras sectas cristianas que dieron lugar a una sociedad religiosamente plural, los protestantes no eran mayoría y después de la experiencia de la guerra, se optó por una coexistencia generalmente pacifica, aunque no exenta de problemas. Para los católicos, los inicios de la República fueron difíciles. Considerados enemigos durante la Guerra contra España, fueron vistos con suspicacia y su proceso de tolerancia se tornó más lento. En 1580 su religión fue prohibida y muchos ante el imperativo de seguir sus ritos de forma secreta y ser discriminados se exiliaron en las provincias del sur. No fue hasta finales del siglo XIX que la religión católica gozó de nuevo de una vida pública y sus fieles empezaron a dejar de ser considerados ciudadanos de segunda.

De esta forma, durante los primeros anos del Siglo de Oro no podemos hablar de una convivencia propiamente dicha si no más bien, de religiones paralelas que evitaron fricciones a través de sistemas educativos, culturales e incluso políticos divididos. Cada religión tenía sus escuelas, centros de cultura y partidos políticos. Es el llamado proceso de verzuiling, una segregación vertical, en que la sociedad se divide en pilares donde sus miembros encuentran todas las instituciones necesarias sin necesidad de mezclarse.

A nivel político los regentes también facilitaron la pluralidad religiosa. Éstos, influidos por una tendencia a la secularización del estado, que a pesar de ser oficialmente calvinista no impuso de manera agresiva ninguna religión, considerando importantes para el progreso de la sociedad, otros aspectos.

De esta forma, ciudades como Ámsterdam se convirtieron en puntos de atracción a nivel internacional. Muchos extranjeros acudían a ella atraídos por sus oportunidades económicas y la garantía de que no iban a ser perseguidos por su confesión. La tradición de la tolerancia, se fue instalando, de esta manera, poco a poco, en los Países Bajos, uno de los pocos territorios de Europa que a finales del siglo XVII se podía considerar religiosamente tolerante.

Fue la tierra de acogida judíos y protestantes de otras zonas del mundo, como flamencos, hugonotes franceses y peregrinos ingleses. Es especialmente interesante ver como los judíos fueron aceptados en la ciudad y establecieron sus propias instituciones de justicia, educación, etc., tal como trataremos en el siguiente capítulo.

Respecto al papel del calvinismo en todo este proceso es algo que ha sido extensamente discutido por teólogos e historiadores. Tal como hemos comentado la instauración del calvinismo no fue uniforme en todo el territorio y a menudo convivía con una mínima interacción con otras religiones. No obstante algunos de los preceptos del calvinismo, como por ejemplo el hecho de rechazar una institución intermediaria y propiciar la relación directa entre el creyente y Dios, y ser sólo éste último el que tiene el poder de juzgar y perdonar los actos de las personas, contribuyó a crear una sociedad moralmente más diversa, donde la ética personal está por encima del juicio moral. De esta forma gran parte de los habitantes de las tierras bajas han generado una moralidad capaz de tolerar actitudes que en otros territorios son vistas como pecados o vicios inmorales.

Los Países Bajos y en especial la ciudad de Ámsterdam fueron trazando así una tradición de tolerancia que no sólo afectó al ámbito de la convivencia entre religiones sino que ha tenido repercusiones en muchos aspectos de la política neerlandesa de nuestros días.

En las últimas décadas hemos asistido por una parte al llamado proceso de secularización de la mayoría de la sociedad holandesa, antes inclinada en su gran parte hacía la religión cristiana, y por otra al crecimiento de los índices de culto en la religión musulmana. 900.000 musulmanes viven hoy en los Países Bajos convirtiéndose en el 5,8% de la población y comprendiendo en su mayoría miembros pertenecientes a las comunidades marroquíes, iraníes, iraquíes, afganos y somalíes.

Los Países Bajos es por ello hoy en día un claro ejemplo de las sociedades multiculturales actuales, y como esta sucediendo en otros países en la última década han empezado a surgir algunas tensiones que ponen en entredicho el modelo multicultural de los países europeos. En los Países Bajos casos aislados como el asesinato del líder político Pim Fortuyn (2002) y el cineasta Theo Van Gogh (2006) han puesto en alerta a los programas de integración.